Trabajar por proyectos es trabajar con personas

Trabajar por proyectos es trabajar con personas.
Escrito el 13 Dec 2018 // Tags: trabajo por proyectos trabajo en equipo equipo de trabajo estrategia de un proyecto objetivos laborales motivación laboral

“Ninguno de nosotros es tan bueno como todos nosotros juntos”.

Ray Kroc.

El trabajo por proyectos es todo un reto, te saca constantemente de tu zona conocida, controlada y de seguridad, y te anima a experimentar caminos diferentes y a hacerlo con personas distintas. Es un camino no apto para todos, sobre todo para aquellos amantes de hacer siempre lo mismo, en el mismo sitio y con las mismas personas, de necesitar mucho control sobre lo que hacen y de transitar por lo conocido.

EL TRABAJO POR PROYECTOS ES MÁS QUE TRABAJAR JUNTOS

Trabajar por proyectos requiere al menos:

  • Flexibilidad cognitiva. Apertura mental a nuevas posibilidades, a nuevas personas, a nuevos retos.
  • Promover y gestionar el cambio. Desafiar lo conocido, experimentar en los márgenes, disfrutar con lo diferente.
  • Tomar decisiones. Asumir responsabilidades, barajar alternativas para decidir cómo hacerlo, asumir riesgos.
  • Generar estrategias. Decidir cómo, cuándo y de qué forma conseguir los objetivos.
  • Habilidades sociales. Capacidad para relacionarse con otras personas adecuadamente.
  • Trabajar en equipo. Trabajar con otras personas de forma eficaz y no individualista.
  • Aprendizaje continuo. Actitud de mejora continua, de conocer nuevas formas de hacer las cosas, de ser experto en diferentes materias.

TRABAJO EN EQUIPO FUERA DE LA ZONA DE CONFORT

Trabajar por proyectos es lo más opuesto que conozco al trabajo estanco (“hago siempre lo mismo y soy experto en lo mío”). Requiere ser camaleón en un mundo en constante cambio, requiere sacar lo mejor de uno mismo en escenarios distintos.

Pero, sobre todo, trabajar por proyectos es trabajar con personas. Quien me conoce, a menudo me escuchará decir, “la forma en la que trabajamos sí importa, es más, la forma en la que trabajamos marca la diferencia”. Y no me refiero sólo a distribuir funciones, responsabilidades y tareas, me refiero a cómo trabajamos juntos.

Aquí el “Cómo” sí marca un valor diferencial y exponencial que nos permite pasar de la eficacia (alcanzar el objetivo) a la eficiencia (hacerlo lo mejor posible, en el menor tiempo posible, con los menores recursos posibles).

¿Cómo?. Juntos. No hay otra forma, uno sólo llega hasta dónde puede llegar, pero todos juntos llegan mejor y más lejos. Juntos, pero no de cualquier forma.

Y aquí os pongo el ejemplo del “pastel”. No consiste en que cada uno haga su parte lo mejor posible, “yo me encargo de la harina, yo de la levadura, yo del azúcar…”, consiste en que nos responsabilicemos juntos del resultado final.  Si el pastel está malo de sabor no sirve eso de “yo eché el azúcar justo y adecuado en su momento óptimo, por lo que no es mi responsabilidad”. Sí, es tu responsabilidad, que el pastel esté rico es responsabilidad de todos y que esté malo también. Para hacer un pastel no vale hacer un pastel cualquiera, tenemos que visualizar la meta final, “la tarta única que queremos hacer”, decidir cómo vamos a hacerla y asumir la responsabilidad individual y compartida (yo y nosotros) de que finalmente sea igual o mejor que el resultado final que habíamos decidido. Hacer la “mejor tarta posible” solo es posible cuando todos nos comprometemos y nos implicamos para conseguirlo.

DISEÑO DE PROYECTOS: ESTRATEGIA Y PLANIFICACIÓN

A menudo dedicamos demasiado poco tiempo a la estrategia y a la planificación y nos ponemos rápidamente a hacer, hacer y hacer, pensando que cuanto más hagamos y antes empecemos mejor. Damos por hecho que todos tenemos la misma idea y sabemos qué debemos hacer y cómo hacerlo. No planteamos posibles inconvenientes que pudieran surgir y cómo solucionarlos. Es como salir a un campo desconocido, sin brújula, sin GPS y sin mapa, y pretender que cinco personas sean capaces de llegar al pueblo más cercano juntas, simplemente sabiendo el nombre del pueblo y estando dispuestas a andar. No hace falta ser adivino para prever que, antes o después, comenzarán los problemas entre ellos.

Llegado a este punto, es importante destacar la importancia de dedicar tiempo para pensar, para hablar, para decidir, para planificar y para hacer.

¿Qué debemos cuidar las personas que trabajamos juntas para poder sacar nuestro proyecto adelante con éxito?

Algunas te parecerán de sentido común, pero ya sabes eso de que “el sentido común es el menos común de todos los sentidos”:

  • Comunicarnos con amabilidad y respeto. La amabilidad es una llave que abre casi cualquier puerta.
  • Pedir las cosas por favor y dar las gracias. Son normas básicas de cortesía que cuando no se utilizan dicen mucho de la educación de quien no las usa.
  • Sentirnos libres para expresar nuestras opiniones e ideas, sin sentirnos juzgados.
  • Concretar y aclarar metas y objetivos tantas veces como sea necesario, así como confirmar que todos tenemos la misma idea sobre ello.
  • Dedicar el tiempo necesario para definir la estrategia. Cómo, quién, cuándo, de qué forma, qué hacer si hay problemas…
  • Conocer tanto las responsabilidades propias como su interrelación con la de los demás y cómo influye el trabajo de cada uno en el trabajo de sus compañeros y en el resultado final.
  • Resolver adecuadamente los conflictos y no tomarlos como cuestiones personales. Lo que ocurre entre los miembros del equipo no es algo personal, es algo que tiene que ver con el equipo y que le afecta.
  • Dedicar tiempo y ganas a conocer a los demás y preocuparnos por su bienestar. Asegurarnos de que las personas se sienten bien y a gusto trabajando juntas. No darlo por hecho, preguntarlo.
  • Darnos apoyo mutuamente y trabajar codo con codo. El que termina ayuda al resto. Hoy por mí y mañana por tí.
  • Escuchar y valorar la riqueza que cada individuo aporta al equipo, incluso en las diferencias.
  • Compromiso con uno mismo, con el proyecto y con los demás. Todos arrimamos el hombro.
  • Reforzar positivamente el trabajo bien hecho, los avances, las actitudes y conductas positivas, el esfuerzo y los logros obtenidos.
  • Revisar la dirección que seguimos y comprobar cada cierto tiempo que vamos por el buen camino. Si no es así, rectificar, tomar nuevas decisiones y ajustar.
  • Tener capacidad de respuesta ante los imprevistos. Como suele decirse “ante un problema, una solución”.
  • Hablar con aquellos que no trabajan como sería deseable para ayudarlos y acompañarlos en su mejora. Todos podemos cambiar y mejorar, si lejos de sentirnos cuestionados y poco valorados, sentimos que nos ayudan.
  • Tener como uno de nuestros objetivos trabajar progresivamente cada vez mejor juntos y en equipo de forma eficaz. Esto es algo por lo que implícita y explícitamente debemos de invertir esfuerzo, tiempo y constancia cada día.
  • En la medida de lo posible, tenemos que tratar de evitar el error o minimizarlo, pero si aun así ocurre, debe servirnos como punto de aprendizaje y de mejora continua. Lejos de buscar culpables, enfoquémonos en encontrar soluciones.

Trabajar por proyectos es una oportunidad única de afrontar objetivos diferentes y de trabajar con personas distintas, toda una maravillosa riqueza. Recuerda, consiste en conseguir los objetivos CON las personas.

Almudena Lobato Montero.

Directora en Personas en Positivo.

Desarrollo de Personas y Organizaciones.