¿A qué sectores afecta más la escasez de los microchips?

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Escrito el 19 Nov 2021 // Tags: microchips

En la actualidad, gran parte de nuestra vida gira en torno a la tecnología. El móvil, el ordenador o el coche son aparatos sin los cuales nos cuesta concebir el día a día y detrás de todos ellos hay un complejo entramado de partes en el que los microchips son la pieza central.

En el último año se ha evidenciado una crisis en la producción de estos componentes que ha afectado a toda clase de sectores productivos, tanto en Europa como en el resto del mundo. Así, las empresas tecnológicas sortean problemas que se reflejan tanto en sus cifras como en la incapacidad de satisfacer la demanda de sus productos.

 

Una cadena de limitaciones

La pandemia de la Covid ha sido una de las principales responsables del problema de los microchips. En primer lugar, las medidas sociosanitarias obligaron a cerrar fábricas o a reducir su plantilla al mínimo, lo que impedía mantener el ritmo de producción al que se venía trabajando. Esto se convirtió en un cuello de botella en la cadena de suministros que comenzó a evidenciarse pocos meses después.

Otro factor determinante ha sido el incremento en la demanda de productos tecnológicos. Las personas, obligadas a trabajar desde casa, adquirieron más dispositivos electrónicos como ordenadores o tablets, y equipos de entretenimiento como consolas o televisores. Esta situación, junto con la reducción de la producción, ha creado la tormenta perfecta que ha dejado a cientos de empresas sin capacidad de reacción.

 

Sectores tecnológico y automotriz: los grandes afectados

Los microchips o circuitos integrados son los componentes precursores de equipos electrónicos de cualquier tipo. Por esta razón, cabe pensar que todo el mercado tecnológico sufrirá las consecuencias de la escasez. Pero aunque esto es cierto, hay dos sectores que se han visto especialmente afectados: el de teléfonos móviles y la industria automotriz.

 

Coches

Los coches son vehículos con cientos de microchips distribuidos por toda su estructura. Estos pequeños circuitos tienen funciones que van desde la iluminación hasta los sistemas de seguridad y asistencia al conductor. Como es lógico, su escasez ha sido un duro golpe para la fabricación de automóviles tanto en la UE como en el resto del mundo.

En España hemos sufrido en carne propia la falta de estos circuitos integrados, con un hundimiento cercano al 40% en la producción de coches en los primeros meses del año con respecto a 2019, según datos de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (ANFAC). Además, la caída en las exportaciones europeas y la baja demanda son otros dos obstáculos que complican aún más la situación a nivel nacional.

 

Móviles

Los fabricantes de teléfonos móviles son, probablemente, los mayores afectados, y han debido afrontar retrasos, recortes y cambios en sus objetivos de producción por causa de la crisis de los microchips. El ejemplo más claro es Samsung, que ha cancelado el lanzamiento de su gama Note para este año, y aunque no ha especificado las razones, todo apunta a que la falta de componentes ha sido determinante.

Otro gran perjudicado es Apple, que ha dilatado la producción de 10 millones de iPhone 13 y ve con dificultad alcanzar la meta de 90 millones de unidades. Mientras tanto, los pedidos de iPad y MacBook pro a través de la web experimentan retrasos de hasta dos meses.

 

Un panorama complicado de cara al futuro

A pesar de los esfuerzos de las empresas fabricantes, el problema no parece tener solución en el corto plazo.

Según datos de TrendForce, más del 70% de la cuota de mercado de microchips está en Asia, de manos de las firmas TSMC, en Taiwán, y Samsung, en Corea del Sur, por lo que acabar con esta suerte de duopolio sería el primer planteamiento lógico. Por desgracia, llevar la propuesta a la práctica no es tan fácil como sería deseable.

Una planta de microchips requiere inversiones de miles de millones de euros, pues implica materias primas y maquinaria costosas, además de mano de obra especializada. Pero el reto no termina ahí, sino que la puesta en marcha de la fábrica puede tardar hasta dos años después de su construcción.

Por ahora, la principal apuesta es recuperar las cifras de producción previas a la pandemia y esperar que la oferta y la demanda se equilibren. No obstante, firmas como IBM no pronostican un escenario muy optimista. Según su presidente, Jim Whitehurst, tendremos que plantearnos extender la vida útil de ciertas tecnologías informáticas, pues la crisis podría tardar unos años en resolverse.

Los microchips son una pieza clave en todo tipo de aparatos electrónicos y su escasez le ha dado un vuelco al mercado. Aunque las industrias tecnológicas y automotrices son las que más padecen esta situación, la crisis afecta a la cadena de suministro de todo tipo de productos. Esto plantea un reto para Europa y todo Occidente, que se han dado cuenta de la importancia de ser autosuficientes con aquellos productos que, como los microchips, resultan indispensables.