UN DÍA, UN CAMPESINO encontró a Dios y le dijo:
–Tú has creado el mundo pero no eres un campesino, no conoces la agricultura. Tienes mucho que aprender.
Dios le preguntó:
– ¿Cuál es tu consejo?
–Dame un año y deja que las cosas ocurran tal y como yo quiero. La pobreza no existirá nunca más.
Dios aceptó. Naturalmente, el campesino pidió lo mejor, ni tormentas, ni ningún tipo de peligro para el grano. El trigo crecía y el campesino era feliz. Todo era perfecto.
Al final del año, el campesino encontró a Dios y le dijo orgulloso:
– ¿Has visto cuánto trigo tenemos? ¡Habrá comida suficiente para 10 años sin tener que trabajar!
Sin embargo, cuando recogió el grano se dio cuenta de que estaban vacíos. Desconcertado, le preguntó a Dios qué había pasado, a lo que este respondió:
–Has eliminado los conflictos y las fricciones, así que el trigo no terminó de germinar.
Los problemas son fundamentales para mejorar y crecer, también en las empresas. La llamada flexibilidad laboral es una solución y una estrategia para adaptarse y mejorar su competitividad.
Y también es una alternativa para muchos profesionales que quieren prestar su trabajo y sus servicios bajo condiciones que faciliten la conciliación, el teletrabajo y la formación continua. Aunque esta misma flexibilidad mal aplicada puede alimentar la precariedad laboral.
España es el tercer país europeo donde los autoempleados tienen mayor peso en el mercado de trabajo, suponen uno de cada cinco ocupados, y en Estados Unidos más de uno de cada tres trabajadores es autónomo.
Parece que esta tendencia es imparable porque según el Foro Económico Mundial, en 2027 el número de personas autoempleadas superará al de trabajadoras asalariadas.
¿Cómo pueden afrontar directivos y trabajadores esta necesidad de flexibilidad de la forma más constructiva posible? Veamos cuatro ideas para intentar aprovechar las ventajas de la flexibilidad laboral e intentar reducir sus inconvenientes.
No será fácil, pero es posible y deseable. :)
La transformación del mercado de trabajo es digital. Por ello también los perfiles profesionales que se demandan están caracterizados por la flexibilidad laboral y por la polivalencia y autonomía de los trabajadores. En todo caso, aunque las profesiones cambien, las competencias se mantendrán. Hay que resaltar que la polivalencia no es lo contrario de la especialización, sino precisamente la "capacidad de especializarse pronto".
Ser polivalente es ser un profesional con habilidades transversales para entender y "sobrevolar" por diferentes sectores, actividades y campos profesionales. En este escenario, especializarse sería la capacidad para aterrizar de forma rápida y eficaz en la actividad elegida, gracias a esas competencias transversales que facilitan y aceleran la adaptación y el aprendizaje.
En un sentido competencial, la flexibilidad laboral es sinónimo de polivalencia.
La flexibilidad laboral también puede interpretarse como reinvención del trabajo para adaptarlo a los actuales entornos tecnológicos y a las demandas de sus clientes. Pero también a las preferencias y motivaciones de sus trabajadores, lo que redunda positivamente en la efectividad y en la productividad.
Si una empresa utiliza el presencialismo (estar en el lugar de trabajo) como criterio principal para medir la dedicación profesional, los profesionales creerán que estar presentes ya es trabajar. Es importante no asociar el desempeño de una actividad profesional con su prestación en una oficina, edificio o espacio durante un número de horas determinadas.
En palabras del profesor de tecnología Enrique Dans (@edans): “Las compañías están comenzando a adoptar redefiniciones radicales (…). Basecamp permite que sus empleados trabajen desde donde quieran y con el horario que estimen oportuno. Netflix ofrece flexibilidad total en cuanto a los períodos vacacionales. El desafío es convertir el trabajo en algo que tenga sentido".
En síntesis, una flexibilidad laboral eficiente no se basa en controlar a tus trabajadores, sino en controlar su trabajo. Como directivo manager preocúpate por el cumplimiento de los objetivos y no por el paso de las horas.
La llamada "zona de confort" está compuesta por las competencias y hábitos con las que un profesional es más productivo y feliz en la organización. Por eso es un error recomendar a los empleados que "salgan de su zona de confort” porque esta frase hecha supone una crítica para la mayoría de los trabajadores que se esfuerzan cada día.
Si eres directivo o manager de una organización que requiere una continua adaptación a los cambios, mi recomendación es otra: "No digas a tus trabajadores que salgan de su zona de confort, ayúdales a hacerla más grande”.
El objetivo es que tus profesionales crezcan en competencias, motivación y resiliencia, sobre todo si se trata de afrontar una situación de crisis. Y con este mensaje en positivo les haces saber que eres consciente de la dificultad del cambio, les informas de que será gradual, que contará con apoyos y recursos y que partirá de las habilidades y experiencias que ya tienen.
La flexibilidad laboral genera inseguridad emocional. Los directivos, los jefes de equipo y los profesionales de gestión de personas deben anticiparse y prever los posibles cambios y sus consecuencias. La incertidumbre estratégica puede hacer que los gerentes se comuniquen con sus equipos con menos frecuencia y menos abiertamente: “Si no tengo claro qué está pasando, ¿para qué hablar del asunto?”.
Pero las situaciones de flexibilidad y ambigüedad permanentes requieren de hecho más y mejor comunicación, no menos. Los líderes deben fomentar la estabilidad emocional compartiendo sus propias emociones y reconociendo las de su equipo de manera productiva. Además, han de mantener un diálogo abierto con sus colaboradores para alinearlos con la misión y para ayudarles a gestionar la incertidumbre y la presión que supone la exigencia continua de adaptación.
La flexibilidad laboral ya no es una opción, es una competencia más.
Alfonso Alcántara.